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Foto del escritorOlimir Centro Psicosocial

¿Y si se pierde este año escolar? (sin dejar de aprender)

Hace unos seis meses aproximadamente escribí un artículo sobre mis nuevas reglas en la casa para sobrellevar la pandemia del coronavirus. Lo que no sabía en ese entonces era que meses después todavía me estaría preguntando cómo sobrellevarla. Este verano, me di cuenta de que casi todos mis pensamientos empezaban con “¿y si …?”.



  • ¿Y si alguien en mi familia se enferma?

  • ¿Y si debido a mis problemas sensoriales, no soportara llevar puesta una mascarilla ahora que salgo más y tengo contacto con más personas?

  • ¿Y si mis dos hijos, ambos con problemas sensoriales, no toleraran usar un cubrebocas? ¿Y si no pudieran cumplir el distanciamiento social en la escuela o en compañía de otros niños?

  • ¿Y si la escuela de mi hijo menor decide no impartir clases presenciales?



Cuando la escuela no informó cuál era el plan de reapertura, nos surgieron un montón de preguntas. Mi esposo y yo sabemos que muchos de los servicios presenciales que están incluidos en el IEPde nuestro hijo de quinto grado no funcionan bien en un entorno virtual. Y nos dimos cuenta de que estaba perdiendo habilidades sociales y de organización que dábamos por sentadas, y en las que precisamente se centra su IEP.


Nuestra decisión de optar por las clases híbridas parecía la elección correcta. Pero ¿y si nos equivocábamos?


Cuando empezaron las clases, nos dimos cuenta de que nuestro hijo se estaba adaptando mejor de lo que habíamos imaginado. Aunque los días en que tenía clases a distancia no eran tan consistentes como los días en que tenía clases presenciales. En lugar de simplemente alegrarme de que se estuviera adaptando bien, empecé a preguntarme si deberíamos complementar el trabajo de la escuela.


No nos unimos a un grupo de estudio de los que se organizaron a raíz de la pandemia, en gran parte porque no podemos permitírnoslo económicamente. Pero empecé a preocuparme de que se retrasara con respecto a sus compañeros, y que sus días no estuvieran llenos de clases.


Abandonar el “y si” y enfocarse en “lo que es”


Lo que sucede con el “y si” es que es círculo vicioso. En mi caso, estas inquietudes se alimentaban unas a otras, hasta que me topé con la única que realmente importaba:


¿Qué pasaría si lo viéramos como un año escolar perdido?


De alguna extraña manera esa fue la pregunta que logró calmarme lo suficiente como para sentir un poco más de control sobre la situación. Dejar de pensar en “qué pasaría si” facilitó que me concentrara en “lo que es”.


Lo cierto es que este año es un año perdido para muchos de nosotros. Hemos perdido cosas que nos importan, algunas significativas y que alteran nuestras vidas. Otras menos importantes, pero que aun así implican un cambio de vida.


Una vez que me calmé, pude reconocer que el aprendizaje y la escolarización no son lo mismo. Aprender es adquirir nuevas habilidades y conocimientos. Si bien la escolarización también se trata de eso, consiste además en adaptarse a las “normas” de un sistema escolar. La escolarización ocurre en las escuelas. La educación no tiene por qué ocurrir de la misma manera.


El aprendizaje continua


Lo que está sucediendo este año es aprendizaje.


Sucede cuando la maestra de mi hijo prioriza las habilidades que son más importantes de adquirir este año para todos sus estudiantes. Bajo circunstancias totalmente nuevas, ella está haciendo lo mejor que puede para enseñar a dos grupos de estudiantes a la vez: un grupo en el aula y otro a distancia.


Lo que también está sucediendo es lo siguiente: Considerar este año escolar como un año perdido ha abierto nuevas maneras de conectarnos. En lugar de llenar el día de nuestro hijo con más clases, lo estamos llenando con más aprendizaje.


Aprendió a lavar su ropa, y está aprendido con mucho entusiasmo a hacer pequeños arreglos en la casa. Está leyendo libros de cocina, comprueba si tenemos los ingredientes necesarios para una receta y hace recomendaciones de comidas. Escucha cuando mi esposo y yo estamos hablando sobre los horarios, y aprende cómo priorizamos las tareas para administrar mejor nuestro tiempo y poder hacer todo.


Como madre, mi prioridad es mantener una buena relación con mi hijo para poder ayudarlo con sus preocupaciones en este mundo caótico en el que estamos viviendo.


Lo que menos necesita ahora cualquiera de nosotros son más motivos de estrés. Entonces, ¿qué pasaría si no los generamos?


Autora: Amanda Morin trabajó como maestra y especialista en intervención temprana durante 10 años. Es la autora de The Everything Parent’s Guide to Special Education. Dos de sus hijos piensan y aprenden de manera diferente.

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