Es natural que los niños se enojen ocasionalmente cuando sienten que la vida es difícil o injusta. También es natural que los adultos que los cuidan se sientan confundidos cuando esto sucede. Puede que estén molestos y que al mismo tiempo quieran ayudar.
Generalmente el enojo es una señal de que los niños tienen dificultades o están frustrados por cosas que no pueden controlar. No reaccionan de esa manera a propósito. Lo que sucede es que carecen de las habilidades necesarias para identificar y manejar emociones intensas.
Dos emociones comunes que pueden causar enojo son la ansiedad y la frustración. La clave para ayudar es averiguar cuál es la causa de esos sentimientos. ¿Es por tener dificultad para aprender una tarea o una habilidad? ¿O por ser más lento haciendo cosas que los otros niños?
Conocer la causa del enojo permite que usted responda de la mejor manera posible. Sin embargo, no necesariamente facilita hacerle frente al enojo de los niños. Tenga en cuenta que una vez que los niños se hayan tranquilizado, puede que se sientan avergonzados de su comportamiento o que son “malos”.
La dificultad para controlar la ira puede mejorar a medida que los niños aprenden a manejar sus emociones y a expresar lo que sienten. Existen muchas maneras de ayudar a los que tienen explosiones de ira con frecuencia, tanto en la escuela como en la casa.
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