(HealthDay News) Si estuvo toda la noche sin dormir y a la mañana siguiente le duele todo el cuerpo, quizá la culpa la tenga la falta de un buen sueño.
Una nueva investigación encontró que la pérdida de sueño conllevaba un doble golpe para el cerebro que prácticamente garantizaba unos niveles más altos de dolor corporal.
"La actividad de la corteza somatosensorial, que antes se había asociado con la ubicación y la intensidad del dolor, aumentó tras la pérdida de sueño", explicó el autor del estudio, Adam Krause.
Y "en dos regiones llamadas el cuerpo estriado y la ínsula, la privación de sueño redujo la actividad asociada con el [alivio] del dolor", añadió. Esas regiones controlan la liberación de la dopamina, que con frecuencia se conoce como la hormona de la "felicidad".
Krause es candidato doctoral en el Centro de Ciencias del Sueño Humano de la Universidad de California, en Berkeley.
Durante el estudio, 25 participantes jóvenes y sanos durmieron las 8 horas normales una noche. Más o menos una semana más tarde, el mismo grupo pasó una noche sin dormir en lo absoluto.
Tras cada sesión, todos los voluntarios se sometieron a pruebas "termales de sensibilidad al dolor", seguidas por IRM para monitorizar la actividad cerebral mientras sus piernas se exponían a niveles incómodos de calor.
Tras dormir toda una noche, la mayoría de los participantes reportaron sentir la incomodidad del calor a alrededor de 111 ºF (43.8 ºC).
Pero tras una noche sin dormir, el umbral del dolor se redujo a 107 ºF (41.6 ºC).
Los escáneres cerebrales determinaron la base neurológica del aumento en la sensibilidad al dolor tras la pérdida de sueño.
Entonces, el equipo de investigación encuestó a 60 adultos, con una edad promedio de 38 años, a lo largo de un periodo de encuesta de 48 horas. Todos habían reportado que habían experimentado dolor durante el periodo de la encuesta, y a todos se les pidió que llevaran unos diarios de sueño, que reportaran su estado de ánimo y nivel de ansiedad, y que calificaran la intensidad del dolor cuando lo sintieran.
"Encontramos que las reducciones de una noche a otra en la calidad del sueño, en lugar de tan solo la cantidad (el total de horas que durmieron) predecían un peor dolor al día siguiente", anotó Krause.
"El mensaje optimista de esto es que un mejor sueño puede ayudar a gestionar y reducir el dolor. [Es] un analgésico natural que todos podemos usar en recetas repetidas cada noche, si queremos", dijo.
"Nuestra esperanza es que esta investigación anime sobre todo a los sistemas de atención de la salud a dar al sueño más importancia en el tratamiento. Si podemos mejorar las condiciones del sueño en el ámbito donde los pacientes sienten dolor con la mayor frecuencia (las salas de los hospitales), quizá podamos reducir las dosis de narcóticos y hacer que las camas de hospital queden libres antes", sugirió Krause.
Los hallazgos aparecen en la edición del 28 de enero de la revista Journal of Neuroscience.
Monika Haack es profesora asociada de neurología en el Laboratorio de Sueño Humano y Sistemas Inflamatorios del Centro Médico Beth Israel Deaconess, en Boston. Expresó poca sorpresa ante los hallazgos.
"Hay evidencias muy potentes hasta la fecha, y el estudio actual también respalda esto, de que el sueño de corta duración o con perturbaciones, ya sea en [los ámbitos de] la clínica o en la población general, aumenta nuestra experiencia de dolor al día siguiente", señaló Haack.
"Y varios estudios, incluyendo el actual, han mostrado que el sueño es un factor de predicción más potente del dolor que el dolor de la forma en que dormimos", añadió.
"Creo que el hallazgo más importante y novedoso del estudio es que los autores encontraron una base biológica, unas estructuras neuronales en el cerebro, que se corresponden con el aumento en la sensibilidad al dolor observada tras la pérdida de sueño. Solo si comprendemos la biología y los mecanismos subyacentes de esta relación podremos desarrollar estrategias específicas para un objetivo o un mecanismo, a fin de prevenir los cambios en el procesamiento del dolor asociados con un sueño de corta duración o las perturbaciones en el sueño", concluyó Haack.
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